PRIMERA FIESTA
Y no pasó nada.
Una dirección incorrecta.
El palabrerío nos hizo mudos,
conscientes de lo peor:
una mera estadística.
Eso es exactamente lo que nos pasó.
Teníamos el número, pero no la calle.
Una vez en el lugar
nos robaron el peso.
La mujer afortunada del público
masacró al viejo que arreglaba juguetes.
Nos gustó.
El resto no importa.
Nos fuimos hacia la
SEGUNDA FIESTA
Miriam no era Miriam,
se llamaba Lidia.
Esta es la parte más triste del poema.
La dirección estaba bien,
nosotros esperabamos la palabra importante.
Nos dieron un número a cada uno.
22 y 24, 22 y 24, 22 y 24.
Somos pares.
Podríamos haber ganado mucho,
pero sólo dimos un paseo.